Durante el S. XI, y aprovechando la fragmentación de Al -Ándalus en reinos enfrentados, los reyes cristianos, tomaron la iniciativa y conquistaron amplios territorios hacia el sur. Esto fue posible, gracias al pago de parias, que permitió a los cristianos, mejorar sus armamentos y fortalecer sus ejércitos. Fernando I, hijo de Sancho III "el Mayor", rey de Castilla y rey consorte de León, avanzó hacia el sur repoblando gran parte del territorio de Salamanca y Ávila, además de tener sometidas a varias taifas musulmanas.
Pero el gran paso en este avance, lo dio su hijo Alfonso VI conquistando la antigua capital del reino visigodo: TOLEDO. De este modo, la influencia de Castilla y León se asentaba en el Tajo. Toledo, no era sólo la primera gran ciudad hispana que volvía a manos cristianas, sino la antigua capital visigoda, que tras más de tres siglos, volvía a manos cristianas, pues los monarcas del norte, se consideraban sus herederos.
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