Tras la muerte de Mahoma, se inicia la etapa del Califato ortodoxo. Sus sucesores (familiares y amigos del Profeta) iniciaron la expansión militar, aprovechando la debilidad de los imperios vecinos: conquistan Siria y Egipto al imperio bizantino y parte del imperio persa.

En el S. IX, durante el Califato Abasida, el Islam se extendió por el interior de África (Nubia) y en Europa ocuparon Sicilia y realizaron incursiones en el sur de Italia. Además, durante este período, algunas provincias del imperio se independizaron y crearon nuevos califatos independientes, debilitando así a los abasidas que fueron sustituidos por los turcos en 1258.
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