Durante 200 años, Roma fue el imperio más poderoso, pero a partir del S. III d. C., entró en una crisis por varios motivos:
- Crisis militar. El fin de las conquistas conllevó la falta de esclavos que reforzaban el ejército. Los numerosos ataques de los pueblos germanos y la falta de soldados para la defensa de las fronteras, fue debilitándolas y haciéndolas, cada vez, más inseguras.
- Crisis política. La autoridad y poder de los emperadores se fue debilitando. Muchos emperadores eran depuestos o asesinados por otros militares que fueron aumentando su poder. Además, aumentaron las revueltas.
- Crisis económica. La ausencia de esclavos, provocó un descenso en la producción agrícola y minera. El comercio se redujo por los continuos ataques de los pueblos bárbaros hacían las vías inseguras. La falta de productos minerales, provocó una devaluación de la moneda y una subida de impuestos para hacer frente a los elevados gastos militares.
- Crisis social. La escasez de productos en las ciudades, hizo que la población se refugiara en los campos, llevándose a cabo una ruralización del Imperio. Además, los dioses y las creencias existentes parecían no servir y los valores cristianos de amor al prójimo y compartir los bienes materiales, se fueron extendiendo entre la sociedad el Imperio. Así, el Cristianismo que era una religión perseguida se permitirá a partir del año 313 d. C con Constantino, y se convertirá en la religión del Imperio con el emperador Teodosio en el año 380 d. C.
A finales del S. IV d. C, la grave situación del Imperio, llevó al emperador Teodosio a dividir el Imperio en dos, para su mejor defensa. Entregó a su hijo Honorio el Imperio de Occidente con capital en Roma, y a su hijo Arcadio, el Imperio romano de Oriente con capital en Constantinopla.
A principios del S. V d.C., muchos pueblos bárbaros entraron en las fronteras del Imperio occidental, empujados por la llegada de los Hunos (pueblos procedente de las estepas asiáticas), instalándose y conviviendo con los romanos, mucho de ellos.
Esto fue debilitando más a Roma y sus fronteras, hasta que en el año 476 d. C, el rey bárbaro Odoacro, deponga al último emperador de Occidente, Rómulo Augústulo.
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