El S. XVII fue un siglo de crisis generalizada, que se dio en el ámbito demográfico, económico y social, pero no afectó a todas las partes de Europa del mismo modo.
- Crisis demográfica. El crecimiento demográfico se frenó durante este siglo, debido a un aumento de la mortalidad propiciado por sucesivas hambrunas, diferentes epidemias que se repitieron durante el siglo (peste, tifus, cólera...) y la guerra de los Treinta Años. A esto, contribuyeron también, las migraciones forzadas por motivos religiosos y las migraciones voluntarias, dirigidas a las colonias americanas.
- Crisis económica, que afectó tanto al campo como a la ciudad.
El campo experimentó una aguda crisis debido al uso de técnicas de cultivo rudimentarias y a condiciones climáticas adversas que agotaron el suelo. Además, la demanda de productos agrícolas bajó y, con ella, el precio de los alimentos.
En el sur de Europa, la artesanía siguió sometida a los gremios, dificultando las innovaciones y encareciendo los precios. Sin embargo, en los países del norte, se extendió el sistema doméstico que permitió abaratar los productos y hacerlos más competitivos.
En cuanto al comercio, España y Portugal perdieron su hegemonía, dando paso a nuevas potencias comerciales como Inglaterra y Holanda, que crearon sus propios imperios coloniales.
- Crisis social. Los elevados gastos militares y los lujos de palacio, llevaron a los reyes a aumentar los impuestos, al igual que los nobles en sus territorios, al ver reducidos sus ingresos. Esto hizo que muchos campesinos se empobrecieran.
En las ciudades, el aumento fiscal y la crisis gremial, llevó a empobrecer a gran parte de la población urbana. Esto desembocó en numerosas revueltas campesinas y urbanas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario