A partir del S. XII, los caminos se hicieron más seguros, se crearon nuevas vías y rutas comerciales por toda Europa, lo que facilitó el movimiento de comerciantes que anualmente se encontraban en mercados periódicos, denominados FERIAS, donde compraban y vendían grandes cantidades de productos.
Algunas ciudades establecieron la realización de estas Ferias, de las cuales, las de Champagne (Francia) eran las más famosas. También tuvieran gran relevancia, las Ferias celebradas en Medina del Campo (Castilla).
El comercio a larga distancia o marítimo se reactivó y alcanzó una gran importancia, estableciéndose dos grandes rutas comerciales:
- La primera ruta fue la del Mediterráneo. Ciudades portuarias como Venecia, Génova, Marsella, Barcelona o Valencia obtenían productos, como la seda, de Oriente Próximo y del Imperio Bizantino. A la vez, ellos vendían tejidos, armas y herramientas a Oriente.
- La segunda ruta fue la del Atlántico y el Báltico, que se dirigía desde Lisboa, pasando por los puertos castellanos del Cantábrico y los puertos flamencos, hasta los puertos del mar Báltico. Se llevaban productos como lanas, vinos, madera, trigo...
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